Como los mayores daban demasiadas vueltas con la respuesta, las cuatro niñas decidieron preguntarle a su sabio preceptor:
Al otro día, el preceptor, les entregó cuatro pequeñas jaulas con un pájaro en cada una.
El tiempo pasó. Entre clase y clase el maestro vio que los rostros de las niñas cambiaban cada día. En sus gestos y miradas notaba alternativamente la felicidad, la preocupación, la melancolía o el júbilo; a veces todas parecían tristes o las cuatro eran una expresión de alegría. Cuchicheaban entre ellas y era evidente que se morían por contarle algo. Tras un par de meses, en los que vio en las niñas el paso de todos los sentimientos, les pidió que al día siguiente trajeran sus jaulas.
La primera en hablar fue la que parecía más contenta con el suyo. Lo había puesto en una jaula más grande, con sus pequeños columpios para saltar y tacitas de agua para beber.
La segunda le mostró la suya, en la que el pajarillo había crecido notablemente; estaba bastante gordo y apenas podía moverse en su pequeña jaula.
La tercera le mostró su jaula vacía, y entre sollozos le contó que quería tanto a su mascota que cada día lo sacaba de la jaula y la tenía un rato en sus manos. Pero un día pensó que tenía frío y la cobijó bajo su abrigo, y cuando quiso darse cuenta había muerto.
La cuarta niña también le mostró su jaula vacía, pero la expresión de su rostro no era de tristeza, sino de pícara alegría.
La niña le hizo un gesto y se acercó a la ventana. La abrió, sacó un puñado de granos del bolsillo y lo esparció en el alféizar. Unos segundos después, cinco o seis pajaritos se posaron allí y no dejaron ni un solo grano. Después volaron a un árbol cercano, desde donde llegó hasta la habitación un concierto de gorjeo y silbidos.
La niña asintió.
Autor: Alejandro Jodorowsky
Fuente: http://planocreativo.wordpress.com/2013/03/04/re-evolucion-poetica-pon-amor-donde-no-hay-amor-y-obtendras-amor-alejandro-jodorowsky/